Estimados compañeros del Frente
de Artistas y Trabajadores de la Cultura:
El Frente de Arte Militante, de
la organización nacional Peronismo Militante, desea por este medio celebrar una
vez más la iniciativa de este proyecto y felicitarlos por el compromiso de
trabajo asumido para su próxima y efectiva concreción.
Después de haber participado de
al menos dos instancias de debate grupal (en Córdoba y en la Ciudad de Buenos
Aires), y aceptando el convite a remitir sugerencias nos permitimos los
siguientes aportes y comentarios, que esperamos sean de interés y ayuden a
conseguir un instrumento jurídico de valía y real alcance estratégico.
Entendemos que una ley marco en
lo cultural es de alguna manera un desafío para establecer un recorte o ámbito
de complejidad diversa sobre otro, u otros, de mayores diversidad y complejidad,
a la vez transversales a los distintos ordenamientos de nuestra sociedad. No
obstante, es obvia su necesidad y también es, obviamente, el mejor momento para
afrontarlo. Prueba de ello son los avances conseguidos en materia de derecho a
la información, y la reducción de la brecha tecnológica en la población que
implican leyes como la de Servicios de Comunicación Audiovisual y la de Telecomunicaciones:
“Argentina Digital”; o la puesta en práctica, a través del Ministerio de
Educación, de canales (TV e Internet) de circulación de contenidos elaborados
en forma local-regional-nacional; o la creación de una Secretaría de
Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, y la del Instituto
Nacional de Folklore, por citar algunos hitos de los tantos generados en esta
dirección, desde 2003 a esta fecha.
Claro que esta enumeración no es
azarosa, nos parece que estos derechos –nacidos a partir de sendas necesidades–
concurren en otro que no puede faltar en el proyecto de ley en cuestión, y este
es el del Derecho al Acervo Cultural.
Creemos firmemente que todo argentino –nativo o por opción– debe tener
garantizado su derecho a conocer el legado cultural que se originó a partir de
los mestizajes que dieron origen a nuestra patria. Más allá de los “términos
portadores” considerar las “relaciones establecidas” como superadoras de dichos
términos, y su producido como nuestro invalorable capital simbólico.
A tal fin, creemos que la ley que
resulte del proyecto debiera instruir sobre la necesidad de asimilar el capital simbólico mencionado desde la
edad y el ámbito escolares. Confiamos en que muchos otros “aportantes”
participarán de la idea de una articulación conjunta con el Ministerio de
Educación si, como se pretende, la Ley Federal de la Culturas, debe alcanzar el
carácter de instrumento emancipador de los pueblos.
Dicha capitalización, amén de
“desacomplejizar” culturalmente vastos sectores de nuestra sociedad, tenidos en
menos por la matriz europea y europeizante aún en boga en nuestra instrucción y
formación académica, será un recurso estratégico a la hora de crear un mercado
de consumo interno de bienes culturales. Pues la pertenencia bien asumida
genera el necesario orgullo identitario, que se afirma al ser compartido con el
resto del cuerpo social, en pie de igualdad.
Sobre el tópico particular de la
industria cultural, y su influencia en la composición de identidades, nos
permitimos mencionar y recomendar –si cabe– la lectura de un libro creado
totalmente por compañeros de nuestra organización: “La melga y la estrella –
Apuntes sobre la dependencia simbólica”, escrito por el compañero Hugo
Fernández Panconi.
Aquí, sucintamente, queremos
dejar dicho que todo lo que deviene “bien” (es decir que adquiere un valor en dinero)
más allá de diversas y posibles mutilaciones y falsificaciones, obtiene
diversas potencialidades que se magnifican gracias al medio y los modos en que
circula. Para esto es fundamental entender (y hacer entender) que hay sendas
batallas que dar precisamente en el mercado
de bienes culturales, so pena de seguir sometidos a ese nivel por “bienes”
de industrias no-nacionales, y por consecuencia de que los sectores
de la “producción sensible” sigan reclamando del Estado un “mercado paralelo”
(con otro nombre seguramente), para que “alguien” pague (los platos por romper)
por “sus desarrollos no satisfactorios”.
Esto es: será menester que el
Estado Nacional articule contenidos (Ministerio de Cultura), recursos humanos
(Ministerio de Educación –Ciencia y tecnología), y recursos tecnológicos
(Ministerio de Industria), para conseguir una mejor y más fuerte industria
editorial, cinematográfica o audiovisual, discográfica o musical, etcétera, en
vez de atender reclamos de artistas independientes y aislados, precisamente de
un entorno industrial que facilitaría su desarrollo y generaría el recurso
correspondiente.
Se puede considerar esta propuesta
como un aporte complementario al primero sobre el derecho al acervo, con el que
conjuntamente funcionarían como “pinzas”, para cubrir y contener lo más
integralmente que sea posible los diversos estratos de la población, tratando
de subsanar las injustas situaciones “acomplejantes” ya mencionadas, como los
fenómenos de “desargentinización” alentados, sobre todo, en la ciudades por los
grandes medios de comunicación.
Finalmente, y como ejemplo para
ilustrar, podemos decir que un escolar que aprende a bailar “el gato”, “la
firmeza” o “el palito” adquiere gestos expresivos, componentes de una identidad
particular (que no se encuentra en otra parte del globo), susceptibles de
simbolizarlo en su vida adulta y por ende, algo en su espíritu resonará
sensiblemente con las propuestas artísticas que continúen generando esos
productos y prácticas. Será bien, un diletante (danzarín o danzarina) en los
patios de la patria, o un “consumidor” de festivales y diversos espectáculos, o,
lo que es más posible, ambas cosas a la vez. Ojalá podamos en un futuro no muy
lejano enorgullecernos de compartir colectivamente este tipo de manifestación
de modo “natural” por lo frecuente, y no como algo casi exótico, que sólo
pueden reproducir unos pocos…
Estimamos que de lo expresado
hasta acá, se infiere claramente: nuestra postura a favor de la cultura
popular, entendida como lo que el pueblo produce y crea, no sólo por lo que
consume; nuestra firme convicción en la necesidad estratégica de la perspectiva
nacional a favor de una soberanía cultural efectiva; nuestra oposición a todo
intento de homogenización simbólica y cultural; y nuestro inquebrantable
espíritu de lucha contra cualquier tipo de dependencia.
Muchas Gracias
FRENTE
DE ARTE MILITANTE - PERONISMO MILITANTE.
BUENOS
AIRES. DICIEMBRE, 2014
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