viernes, 15 de julio de 2011

Elogio del EQUIPO "CHICO"

Los últimos acontecimientos en el mundo del futbol son una tentación para largarse a opinar, en la que –previsiblemente- nos vamos a dejar caer. Nos alienta a ello la superproducción de opinólogos que (encima) cobran para decir lo que cualquier argentino medio sabe, y que en su gran mayoría, hablan siguiendo los lineamientos del “negocio” del futbol, olvidando la cada vez mas olvidada porción de “juego” que se conserva del mismo, si es que se conserva.

Digresión al absurdo… [Es preciso, para abordar la temática futbolera soslayar -entre otros tantos disparates-  el tan insultante de que sus astros “ganen” fortunas descomunales por el hecho de que correr tras la pelota (entre otros deporespectácunegocios) se volvió una mina de oro para el desatinado mundo en el que giramos, y una manera de blanquear las miserables tripas del Sistema extractivo que tuvimos la deferencia de colocarle encima  (Pienso por ejemplo en la aseguradora AIG ¡gran cagadora gran! esponsoreando entre otras, la camiseta del Manchester United, pero bueh entre piratas se entienden)…  Por otra parte una abstracción similar es necesaria para encarar todos los días la rutina de vivir en una civilización que consiguió pisar la luna entre otras proezas pero no ha podido, porque no ha querido, terminar con el pequeño problema del hambre planetario.]

Pero bue’ la vida continua y el escrito también. Si todavía le quedan ganas de leer, lector/lectora, me meto de lleno en el elogio: ¡Aguanten Belgrano de Córdoba! ¡¡¡Y San Martín de San Juan!!!  

El deporte del divino balón es otra muestra más del desigual desarrollo de nuestro país. La colonización interna –irradiada desde Buenos Aires, tal las vías del ferrocarril- generó y genera una hinchada nacional y mayoritaria para los clubes porteños… (Los de Avellaneda son igualmente porteños, aunque no sean “capitalinos”) y en menor medida y más “regional” para los equipos grandes de Rosario, Santa Fé y Córdoba.
Los “grandes” surgen lógicamente en las zonas de mayor concentración demográfica y desarrollo socioeconómico, entonces es natural que congreguen: mayores recursos, mayor infraestructura y mayor cantidad de hinchas. Forjaron su “grandeza” con los laureles deportivos que supieron conseguir, y la contagiaron hacia el interior gracias a la “manija” mediática que desde el aparato difusor de la centralidad capitalina, se le dio a esos triunfos, propiciando entusiasmo e identificación a distancia (Los socios son vecinos del barrio y la ciudad, en tanto los hinchas se reparten por todo el territorio nacional).

La grandeza proviene de la concentración, la pequeñez de la dispersión… A base de esfuerzos mancomunados las provincias y regiones más distantes del centro (alejadas de la mano y las oficinas del Señor) suelen lograr que sus equipos (chicos) se hagan un lugarcito en las categorías superiores… (Se produce aquí la curiosidad de las  “filiaciones” múltiples. Los hinchas se encuentran con que el club de su lugar -donde se manifiestan identidad y pertenencia- se enfrenta con el de sus amores -que lo identifica poco y nada, y en el que la pertenencia se rastrea pero a nivel Nación-. Al segundo no quieren renunciar pues saben que el primero tiene los días contados en las cumbres donde se aventuró…)

Digresión a la infancia… [En mi niñez pueblerina tenía como ídolo al “Patota” Potente –un temperamental número 10 de Boca- que gracias a la revista Goles, se lucía en un magnífico  poster pegado en la pared de mi habitación. El “Patota” aparecía también en las figuritas, igual que el resto de la formación de Boca Juniors y los demás clubes de primera de la época… En cambio el “Mono” Montaña que era el 10 que me hacía delirar en la cancha, porque la rompía en el Club Atlético Villa Atuel, no salía ni en la Goles ni en las figuritas... Esto establecía de entrada nuestro lugar en las jerarquías: pueblo chico y equipo chico, ergo: escases de recursos, de infraestructura, de hinchas, de cobertura mediática, etc. y todo así, menos en el gusto y en la idea del juego, claro…]

Pero dejemos la infancia y volvamos a los “chicos”. Ante el fracaso en las contiendas deportivas, suele marcarse como causa responsable la “mentalidad de equipo chico” y con esto se pretende señalar –supongo- entre otras ausencias, la de atributos como hambre de gloria, suerte de campeón, jerarquía institucional, seriedad dirigencial etc.  Un compendio de slogans que profetas, analistas, visionarios, esclarecidos y demás cultores de la charlatanería sostienen mientras prefieren (y ayudan a) olvidar que el juego es básicamente eventualidad y puro acontecimiento… Allí es donde las habilidades individuales y colectivas se desarrollan y nutren… Las estrategias y tácticas se plasman en la medida en que primero se comprende eso. Se comprende y se celebra, que para eso es (era) un juego.

Vistos los sucesos recientes donde, compitiendo con el juego, repito, con el juego, no con la infraestructura ni los recursos ni los pergaminos (que obviamente influyen y pesan, pero que en lo que al juego atañe específicamente, son tan de palo como los de afuera, parafraseando a don Obdulio Varela), ganaron los “chicos”, los que amamos el fulbo esperamos que se aprecie este aire fresco que aportaron desde abajo y lejos. Y además que continúe… mientras no descartamos que -mediáticamente hablando- tal vez no pase de alguna frase tipo: “hay chicos con mentalidad de equipo grande” u otra baratura por el estilo…

Mientras la sobreproducción de slogans variopintos, triunfalistas y apocalípticos, crece y crece, la cantidad/calidad del juego tienden a desaparecer.  Es que desde hace tiempo, en la primera categoría del país, el juego que se observa es generalmente amarrete, cuando no directamente miserable… Tal vez las pretensiones y las tensiones, y las metas obligatorias y los partidos ganados a priori, mas algún desmanejo técnico-dirigencial, y las yerbas que se le quieran agregar, han generado una mentalidad de “equipo grande amenazado”, en tanto que por su parte -al parecer- a los “chicos” no les ha venido nada mal asumirse con ese mote. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar que como son “chicos” hacen equipo, conjunto, grupo unido en la voluntad de alcanzar un objetivo y no es que no haya talento, al contrario ahí aparece la figura del mítico enganche -que los charlatanes de marras dan por extinto- y los del medio son eso: mediocampistas, no “carrileros y tapones” y los que defienden también juegan porque eso es más viejo que Tutankamon, y los delanteros la meten y chau ciencia
Lo que sí marca una diferencia es la solidaridad, evidenciada en la puesta en práctica del significado de la palabra “equipo”, y en la idea que se tiene del juego.
¿Será que ser solidario es un plus para la mentalidad?
Aunque generalizar no es recomendable, es un secreto a voces que en la categoría más alta, eso de lo solidario está muy menguado pues importa más  “salvarse” y para ello el lucimiento personal está antes del objetivo común… Claro que dicho lucimiento, es alentado por las dirigencias (que esperan sus buenos dividendos), y por todos los que están en la transacción: representantes, periodistas, intermediarios, socios del pase y un largo etcétera. De este modo conspira el negocio contra el juego... Contra la solidaridad, no olvidarse hace años que se viene conspirando.

Dirán que soy idealista y/o se me objetará  el entusiasmo, argumentando quizá que debido al achatamiento del mercado y la baja en la demanda internacional, hay mayor oferta interna y consecuentemente, mayor calidad de jugadores disponibles a un precio menor, lo que beneficia a las categorías más humildes y las hace competitivas… (Se sabe que los charlatanes reducen todo a variables de mercado, y esto del agruparse en el esfuerzo solidario  se lo pasan por el forro)
Puede ser, pero yo prefiero quedarme con la idea  -acaso una ilusión a favor del juego y de los “chicos”- que como lo ha dicho ya un tal Rodriguez: el tiempo está a favor de los pequeños…



Hugo Fernandez Panconi  Buenos Aires, 05/07/2011