(Y HAY VARIOS PERONISMOS EN EL PERONISMO)
Por Ricatdo Freire
Esta semana que pasó y en particular el “finde” ocurrieron cosas o “me” ocurrieron cosas que reactivaron mi deseo de pensar. A partir de sentires del corazón.
Habló Cristina y lo único que voy a decir, rápidamente al respecto, es que se puso al frente, en la vanguardia de la confrontación con el “establihsment”, usando una palabra de moda que mejor reemplazaríamos por el “régimen”, como lo denominaba Hipólito Yrigoyen. Se puso al frente, en un hecho público, un “acto político” que viene a ser lo mismo, disfrazado de acto académico. Aparte intentaríamos, si nos da el cuero, analizar cuanto de dicho discurso nos fue dedicado a nosotros, los militantes del peronismo y sus alrededores. Y que, estuvo anticipado por una carta que encierra una profunda autocrítica expresada bajo dos títulos: “el peronismo se torció” y “el peronismo se desordenó”. Crítica que esperamos esté hecha desde el interior del peronismo y no desde un observador externo. O sea, me hago cargo, “yo también”, de los errores.
Pero más que referirme a eso quería hablar de dos hechos ocurridos en nuestro entorno próximo.
El viernes se desarrolló una charla en boca del compañero Martín Ayerbe, con el apoyo y organización de un grupo de compañeros de San Rafael que ha dado en llamarse Movimiento de Liberación Nacional, en la sede de la UEC. Nos habló con entusiasmo, recursos didácticos y oratoria, del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, el último escrito del General Perón, con un enfoque en el que se destacaron cuestiones de orden filosófico e históricos y con fuerte inclinación a la necesidad del desarrollo industrial y productivo de nuestro país, y el rol de las FFAA en ese desarrollo a lo largo de la historia nacional, desde Fray Luis Beltrán en la guerra de la independencia.
Un buen discurso que, a raíz de su larga duración no permitió que hiciéramos algún intercambio de ideas, que nos hubiera gustado plantear en relación no con los objetivos desarrollados, con los que estamos de acuerdo, sino con aquello que podríamos encuadrar dentro del interrogante del “qué hacer”. O sea, de las tareas militantes que nos permitan avanzar hacia una situación de poder tal, que haga posible las realizaciones. Por último, en la sede del PJ, hubo choripanes, excelente encuentro que permitió vernos la cara a un nutrido grupo de compañeros, algunos de los cuales hacía mucho que no veíamos. Un hecho más que nos habla de que, si bien el peronismo está enfermo de torceduras y de desorden (al decir de Cristina), no cabe duda de que está vivo y que sus enfermedades no son terminales como desean nuestros enemigos de siempre.
El otro evento que quiero comentar ocurrió el sábado por la tarde. En Villa Atuel (¿en Villa Atuel?), pueblo que supo ser en otras épocas un lugar de floreciente actividad y que hoy vegeta y transita la tristeza de la fuga de sus jóvenes, de la destrucción de su actividad económica, del silencio pavoroso de sus avenidas anchas, ocurre un chispazo de vida que rompe la monotonía.
Hay allí un personaje que, después de muchos años de haber vivido en otros lares, vuelve al pago de su niñez y en homenaje a sus ancestros que eran artesanos (zapateros), se le ocurre fundar un “museo de la herramienta de mano”, que encierra el rescate cultural y la reivindicación de una forma de la relación del ser humano, co – creador, con los objetos creados por su accionar: el pensamiento, la mano, la herramienta y el material que provee la naturaleza, dando origen a un objeto que antes no existía.
Acto que viene desde el fondo prehistórico y que es una de las características que hace que los seres humanos seamos ese tipo de animales distinto.
Enterados algunos amigos de la metrópoli de la existencia del museo y a partir de que son activistas sindicales que, dentro de sus organizaciones desarrollan actividades culturales, le propusieron realizar un evento, en el ámbito del museo, ligado a la poesía, buceando en la profundidad de los pueblos chicos. En un evidente esfuerzo de romper con el porteño centrismo y ayudar a descubrir la riqueza de la cultura del “más allá de la General Paz”. Cosa que saludamos con entusiasmo. En particular si estos compañeros de Buenos Aires no vinieron a bajar línea y si a poner la oreja.
Y en el evento hubo lectura de poemas de algún autor visitante y algunos locales, que los hay y que, -oh sorpresa-, habitan nuestros distritos como el caso de uno de ellos que vive en Colonia Elena (¿existe Colonia Elena? Si. Existe. Nueva sorpresa). Hubo también la presentación de un libro de poesías de Rinaldi, coterráneo de Real del Padre (¿de Real del Padre? Si. De Real del Padre.) Que además de regalarnos sus poesías, a la hora de la cena nos brindó su cálido canto y los acordes de su guitarra. Junto con Hugo Fernández Panconi, también poeta y cantor, el inventor de todo esto.
Cerró el encuentro nuestro compañero Cecilio “Ruchi” Roldán, un poeta espontáneo, natural, sin formación académica, pero con gran sentimiento y un enorme corazón, manifestó su condición de peronista y con emoción que nos llegó a todos, su amor por nuestra tierra y por el aire de los “pequeños Pueblos”.
La verdad, sin trascendencia en los medios de comunicación, un evento que fue un éxito porque es semilla de una planta que hay que hacer rebrotar y suponemos que es posible su reproducción en todos los “pueblos chicos” de la Argentina y de Iberoamérica. Porque, como titulé esta reflexión, “hay varios mundos en este mundo” y “hay varios peronismos en este peronismo”. Pero creemos que, bajo la dispersión, la aparente diversidad cultural, los incomprensibles enfrentamientos internos, existe aquello que el Papa Francisco rotula como “la unidad es superior al conflicto”. Gracias a que existen, subterráneamente, en el “subsuelo de la Patria” unas doctrinas que alimentan nuestro accionar y que forman la esencia cultural de nuestro pueblo, sustancias que aún con dificultad sobreviven bajo las tormentosas formas de la superficie.
El amor al prójimo, la “patria es el otro”, la solidaridad, son los cimientos sobre los que empezar a reconstruir las organizaciones necesarias, las unidades de combate para enfrentar al enemigo.
En este campo de la “palabra poética” y también de la prosa, ambas manifestaciones imprescindibles de la cultura, creemos necesario desarrollar un diálogo profundo sobre, primero, el significado de la palabra cultura y de “las culturas” varias.
Hace bastante tiempo en un farragoso (y pretencioso) documento en el que pretendíamos reflexionar sobre diversas cuestiones ligadas a la vida, a las necesidades, a los problemas y a las propuestas de desarrollo de la región del sur mendocino, habíamos tirado un párrafo sobre el tema de la cultura, lo que transcribo. Siendo un borrador que permite, -y exige- correcciones. Espero que algunas de las cosas que allí decimos no nos haga quedar como un “maestro ciruela” que todo lo sabe, sino sólo un aporte a la discusión con gente que, casi con seguridad, sabe más que nosotros, (que yo).
“El tema de la cultura es siempre controvertido. Para hablar de políticas culturales es necesario precisar conceptos, significados de la palabra cultura. Si nos remitimos al concepto de cultura más abarcativo, más genérico, la misma contiene al conjunto de los procederes y actividades del ser humano modificadoras de la naturaleza y las producciones de su intelecto.
Por otra parte, la cultura contiene la idea de lo educativo, de lo que se transfiere de generación en generación, constituyendo la(s) tradición(es) cultural(es) de un pueblo, y también contiene los cuestionamientos a aquellos aspectos de las tradiciones y ritualizaciones que van perdiendo sentido. Es decir, la experiencia se activa e inscribe en una dinámica de tradiciones e innovaciones en diálogo. Luego, y ya en el plano más vinculado a la gestión o a las políticas públicas, Cultura parece referir a aquellas actividades identificadas con el universo artístico, patrimonial, de la comunicación y el entretenimiento.
En la práctica el quehacer de las instituciones del Estado ha privilegiado a las experiencias artísticas y del entretenimiento a través de fondos (Estado nacional y provincial), así como en la cesión de espacios (infraestructura) y provisión de servicios (equipamiento, comunicación, servicios administrativos), sin lograr políticas de gestión cultural consistentes y con coherencia conceptual; en tal sentido podemos decir que las políticas culturales sufren la patología de las coyunturas.
Si vamos concretamente a la gestión cultural municipal, esta circunstancia señalada más arriba se agrava, principalmente por la dificultad de realización de experiencias de diagnóstico. La diversidad de artistas de una realidad cultural poliédrica, plena de preexistencias y variables de análisis (diversidades socioculturales, territoriales, etarias, de género, ideológicas, etc.) y la impronta de urgencias de la política municipal atentan contra planificaciones de largos plazos.
Por otro lado, la concepción de la Dirección Municipal de Cultura como un organismo que recoge y asiste las experiencias sueltas que emergen de la comunidad, no es erróneo conceptualmente, pero se vuelve problemático cuando ello implica olvidar que el Estado tiene el deber de diseñar políticas propias (hoy más que necesarias frente a los embates de los grandes medios de comunicación, los disvalores sociales, las lógicas del mercado, etc.). Otro aspecto a considerar sin dudas es la formación y convicción política de quienes se encuentran en espacios de decisión.
Volviendo al análisis de la realidad de las manifestaciones culturales, nos parece necesario afirmar que existen distintos estratos o estamentos culturales que es necesario reconocer como preexistentes, antes de proponerse políticas. En este sentido, y en una primera mirada superficial, aceptar la existencia de diversidades socioculturales, territoriales (ciudad-distritos rurales), etarias, de género, e ideológicas. Y sumar a eso, la existencia de las “elites” gestoras de cultura, tanto las conservadoras como las rupturistas o pretendidamente de vanguardia.
Un elemento más a tener en cuenta es el rol de los medios de comunicación (los clásicos y las redes informáticas), utilizadas por el régimen oligárquico y del poder financiero mundial (el dios dinero, poderoso caballero) para operar sobre la formación de las nuevas generaciones promoviendo el individualismo y los disvalores que lo acompañan, y cómo confrontarlo, desde la cultura humanista de la solidaridad. Lo que se ha dado en llamar la “batalla cultural”.
Consideramos necesario analizar cuáles han sido las acciones o actividades desarrolladas por la Dirección de Cultura Provincial y La Municipal, pertenecientes a distintas vertientes políticas e insólitamente emparentadas. A primera vista, creemos que, en el marco del desconcierto generado por la pandemia, se podrían haber desarrollado acciones culturales ligadas, justamente, a la pandemia. intentando definir líneas de acción, sin abandonar los temas habituales de las “direcciones de cultura”, nos parece necesaria una acción cultural más extensa y más profunda, que tenga que ver con:
El desarrollo de valores humanos ante todo aquellos que se encuentran en relación a nuestra(s) cultura(s) nacional(es)
La recuperación de las culturas comunitarias (salud, alimentación, uso de la energía y recursos naturales, culturas del consumidor, culturas cívicas y de localía, etc.) .
Todo esto no se puede hacer sólo desde el Municipio, requiriéndose la acción del Estado Provincial y el Nacional y la fuerte presencia de las Organizaciones Libres del Pueblo, instituciones de bien público y las organizaciones religiosas de distintos credos. En esta actividad, el rol que le compete al Municipio es el de coordinar acciones y unificar esfuerzos.”
Volviendo al tema de la palabra, sin la cual no es posible el pensamiento, aunque no sepamos que fue primero, si el huevo o la gallina, creo que merecemos discutir sobre la defensa del idioma castellano, el que usamos en la Argentina, agredido y deformado permanentemente por la agresión del idioma del imperio, como importante instrumento de dominación.
Y ahora sí, por último, me volví de Villa Atuel con el sentimiento encontrado de haber descubierto, felizmente, “otro mundo”, y el sentimiento de culpa de haber vivido observando la realidad desde esta “cultura” mistonga del kilómetro cero de San Rafael, adobada con la “cultura” televisiva de los canales de aire e informativos de factura porteña.
RICARDO FREIRE