Los aludidos en
el título no son necesariamente personas o personajes distintos.
Tranquilamente, esas características espirituales pueden encarnar en el mismo
tipo o misma tipa, en diferentes momentos de sus respectivas vidas. De ahí lo
pintoresco de nuestra fauna compañera. Es más, tal vez a un espíritu
tempranamente persuadido, en determinada dirección, no le quede otro destino
que el del delirante, pero eso no sería por responsabilidad propia y excluyente
del sujeto, sino del contexto que se negó a evolucionar con él, en el sendero
cuya persuasión avizoraba hacia el bien común. Un destino patrio, ni más ni
menos…
Este enrevesado introito
viene a cuento del locro que nos estamos embuchando en una esquina del barrio
de Balvanera, después de haber gozado de una función de “El puchero misterioso”
a cargo del Cuarteto Cedrón y la Musaranga, en el teatro El Popular, con el
novel amigo Ricardo Acebal y a quién le debo el convite que finalmente me ha
develado el misterio del puchero musarango-cedroniano: un delirio compañero, ni
más ni menos.
La Musaranga es la
Compañía Nacional de Autómatas, un otro delirio de muñecos, engranajes, tarros,
hilos y lamparitas de circo, controlado –es un decir– por una banda de hombres
y mujeres que insisten en ser niños y ejercer el correspondiente candor y
desparpajo. Desde el jinete cara de termo, presentador con su ventrílocuo hasta
el desfile final, bien criollito, lleno de patos, algún perro, un ñandú, todos
bailando al son de la orquesta de Rafael Rossi (aunque primero me pareció que
era Feliciano Brunelli), uno se siente compelido a volver al tiempo de sus tempranas
fascinaciones… a saber que el circo y el parque de diversiones eran/son lugares
donde el tiempo se trastoca/ba profundamente… El crío yo que me tironea de
adentro se puso a hacer desastres con todo lo evocado entre esos movimientos y
sonidos, esas luces y esas palabras, con insistencia ordenadas en décimas,
hasta dejarle paso al adulto, a que echara el moco escuchando a la muñeca Nelly
Omar y al dramático Ignacio Corsini, acompañados de sendos virtuosos
guitarristas. Pa’ agrandar la maravilla el Tata Cedrón viene y se pone a
“dialogar” con la Nelly y le dedica de nuevo un Estilo que antes le cantara…
“Cuando te fuiste”… que dice por ahí “Nunca jamás se abandona lo que llorando se
deja”… ¿Habrá uno dejado llorando aquellos tiempos de infancia que parece que
no los puede abandonar nunca del todo?
Pero pa’ colmo la
Compañía además edita libros, tan criollitos como el circo y los muñecos, y
vengo y me topo con las “Décimas a lo que escribo” del José Santucho, cantor,
escritor y compositor de los pagos de Pergamino, hijo del entrañable Tuchi y la
Negra, que abona la dicotomía unificadora, delirante y persuadida...
“Dando forma a lo que pierdo
A lo que sé que no vuelve
A aquello que se disuelve
En un pensamiento lerdo,
Que nació del lado izquierdo
Siendo apenas sentimiento
Y que buscó fundamento
En el fruto en que se labra,
Fui haciendo de las palabras
Relevos de mi sustento”
Y como era la
noche especial del poeta Alejandro Cantarella[1],
escuchamos de su voz algunas cosas que escribe él mismo y otras que le hace
escribir a un tal Tiburcio Porvenir, otro muñeco atorrante pero de profunda
sensibilidad… que terminó vendiéndome uno de sus libros, el “Horoscopero Etéreo
Criollo”, que recopila y guarda cien destinos posibles, del 0 al 99, para todos
los hombres y mujeres de buena voluntad y no tanta, que acierten a pasarle
cerca al circo, al libro o al Tiburcio…
Extraigo el final
de uno de esos destinos, elegido al azar, el 54 – VACA BUENA
“Sea un cualquiera entre tantos (de hecho lo es,
pero el sino le pide que se acepte como tal) y no subestime a la lombriz, la
única que partida al medio pelea por dos.”
Como se puede
apreciar, delirios son los que sobran. Ya dije antes que de alguna manera estos
implican algún tipo de convicción temprana, al menos una. Dije también que
estamos, así en presente, comiendo un locro que no desentona con lo vivido
anteriormente, con el amigo Acebal, quien
después de la elogiadera compartida, y allá por los tiempos de la niñez,
se demora un ratito en Perón…
– ¡Cómo no iba a
conducir el viejo si era capaz de convencer, de persuadir decía él, a
cualquiera que lo oyera!… A mí me persuadió a los siete años. La familia estaba
construyendo la casa, metíamos el material para adentro. Yo ayudaba con mis
fuerzas de niño a meter los ladrillos, los cargaba de a cuatro y caminaba para
el fondo. Mi viejo llevaba de a diez. Seguramente mi madre había puesto la
radio, escuchábamos al general discursear "Hemos
afirmado que el lema argentino de la hora económica ha de ser producir,
producir y producir..." [2] Con
esa frase me convenció, a la siguiente acarreada cargué siete ladrillos, y
seguí llevando de a siete…
–A los siete años
ya eras un argentino… Eso no es común ahora le digo, mientras le corrijo el
vaso, al viejo niño Ricardo que además participa de otro delirio llamado “La
Panadería”, en Burzaco, un refugio pa’ la criollada y los símbolos en disputa.
Como la Patria ni más ni menos…
Al pegar la
vuelta, quiero precisar si la evocación del pasodoble “Bella Morena” por la
orquesta de Rafael Rossi, me lleva a un mi mismo, argentino ya, o aún en
ciernes, o peor… peleado con el origen propio y embobado con otras realidades,
mejores por lejanas… El abuelo Pancoto pasa bailando por la pista del Prado
Español… me dice una vez más, socarronamente “Pórtate bien Melenita…” Los
cantores cierran el tema a duo: …No seas
ingrata bella mariposa, entre las rosas mezcla tu arrebol, de esa boquita
quiero la dulzura que sos más pura que un jazmín en flor…
Dan ganas de
sacar a bailar a la historia. O mejor aún, a la Patria. Impura y bella, siempre
latente, siempre inconclusa. Conjurar tanta ingratitud arrastrando los pasos en
un pasodoble, aferrado a su cintura concreta y simbólica… Perpetua
como una convicción delirante
[1] Cada noche el Tata y la
Musaranga homenajean e invitan a un poeta popular al que reconocen con una
placa. Recurso que en Mendoza acostumbraban los delirantes del Grupo Alturas,
con la institución del premio Violeta Parra. Ejemplos estos que debieran ser
mas imitados, ya que estos reconocimientos sirven antes que nada para
conocernos entre nosotros, los del campo nacional y popular y además para
legitimar/nos a y entre los nuestros, y contrarrestar en algo la caterva de
intelectuales alquilados del establishment
[2] Discurso
del 5 de marzo de 1952 por la cadena de radiodifusión… "Quien gasta más de lo que gana es un insensato, el que gasta lo
que gana olvida el futuro" "Algunos han visto como contradictorio que
se aumenten sueldos y salarios, cuando se desea disminuir el consumo. El
procedimiento de quitar poder adquisitivo al Pueblo Argentino para mejorar los
negocios internos o internacionales no es justicialista. Nosotros no somos
empresarios de la miseria; antes bien, nos inclinamos a organizar y
racionalizar la abundancia. No anhelamos como solución hacer estoicos a la
fuerza, sino formar ciudadanos virtuosos por convicción. Por eso pedimos
temperancia, no imponemos sacrificios inútiles".
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