jueves, 19 de agosto de 2010

Tío GENARO

Para algunos era tonto, para otros loco y para el resto era alguien que se hacía lo uno o lo otro, según le conviniera. Lo cierto es que era el menor de seis hermanos pertenecientes a una familia de laburantes, que se habían hecho un buen pasar gracias al esfuerzo acumulado de dos o tres generaciones. En ese contexto Genaro tendía a desafinar… Solía decir: “Demasiado trabajó mi padre, es bueno que yo descanse”

Alternaba indolente entre la distracción y el no hacer nada y a fuerza de intercambiar con los notables del pueblo, se le dio por apoyar la lucha del proletariado, en dilatadas charlas de bar y café. La familia decidió intervenir enfrentando el problema de raíz: en la mesa de un mediodía dominical, una docena de parientes le enrostraron airadamente, todos a la vez y luego cada uno a su turno, su desinterés por la empresa, por su futuro y hasta por su aspecto y aseo personal… Genaro, en silencio, iba terminando de comer al tiempo que los demás esperaban con cierta ansiedad oír los argumentos de su defensa, entonces el tío se puso de pie y con las manos apoyadas en la mesa, mirando lentamente a su alrededor, disparó solemne: “Demasiados artistas en escena, perjudican la función. Con permiso…” y se retiró con dignidad nobiliaria.

A partir de ese momento la familia, de pomposa tendencia occidental y cristiana, trató de disimular el bochorno que la oveja negra representaba y prefirió tenerlo lejos… Al cabo de un tiempo ya no se lamentaba demasiado la ausencia de datos sobre el paradero, la condición y/o las actividades del “loco” que cada tanto reaparecía, aunque cada vez más esporádicamente.

Se sabe que en la Argentina ser comunista jamás fue bien visto, pero en algunas épocas y hasta hace poco nomás, era casi mortal. En esos tiempos que el loco Genaro se vio forzado a dejar el pueblo, encontró al parecer cierto amparo del partido y entre otros rebusques para sobrevivir, dio con una de sus actividades favoritas: pegar afiches callejeros a favor de Benito Marianetti, un tipazo de Mendoza, que contaba entre todas sus capacidades, el defecto de ser de izquierda. Cierta vez, después de unos cuantos meses sin noticias de Genaro, Felipe, el hermano mayor, recibió una notificación desde el Hospital Central de la ciudad de Mendoza, consignando que en una de sus camas yacía en proceso de lenta recuperación el hermanito. Cuando lo fueron a buscar lo encontraron vendado como una momia y ante el requerimiento de que detallara los sucesos que lo habían dejado en tan lamentable condición, se limitó a declarar que se había caído del tranvía.

El lector puede intuir a esta altura que siendo pegatinero de los comunistas, el tranvía referenciado por Genaro, debe haber sido más bien, un celular o un colectivo o hasta un tren, con las fuerzas del orden que lo abarajaron en plena tarea propagandística y le dieron de palos como para que le alcanzara por el resto de sus días. Algo así se deben haber imaginado también los parientes. Lo trasladaron a la casa paterna, unos trescientos kilómetros al sur de Mendoza, y tras una convalecencia de otros tres o cuatro meses, el tío se levantó y de a poco, para que no estuviera al cuete, le fueron dando algunas tareas en el taller de la empresa…

Al tiempo pareció que Genaro no sólo se había repuesto sino que además se había reformado, tal su contrición al trabajo y la excelente integración desarrollada con el resto de los obreros. Pero cuando Felipe y los demás ya pensaban en cantar victoria por haber recuperado al hermano descarriado en el seno familiar, el loco Genaro les pagó organizándoles una huelga de todo el personal, que no se levantó hasta que los patrones accedieron a mejorar el salario y reducir la jornada laboral, según lo establecían los derechos internacionales del trabajador.

Las reformas -y el consecuente levantamiento del paro- se celebraron, como corresponde, con un asado comunitario.

martes, 10 de agosto de 2010

Foto y CARICIA



"El debut de Hugo Fernández Panconi en Racimo Multiespacio, el sábado 7 de agosto, colmó completamente las expectativas.

A sala llena, Hugo desgranó sus temas llenos de poesía, lucidez crítica y narrativa localista.
Su música también es creativa y está basada en el los ritmos de la música popular argentina y latinoamericana.

Este "autocantor", como prefiere denominarse, que tuvo a Villa Atuel como hogar y que desde hace una década está radicado en Buenos Aires, sigue esa antigua tradición que dice "pinta tu aldea y pintarás el mundo".

Estuvo como músico invitado en varios temas Bernardo Ríos en guitarra; es admirador desde hace tiempo de la obra de Panconi y tuvo el sábado a la noche una magnífica oportunidad al poder compartir su presentación.

Cosas que ocurren en Racimo Multiespacio...donde vive la música!"