Queremos en esta
nota, elevar una plegaria en memoria de la semántica tal como la conocíamos
hasta la llegada del (IM) Presidente Mau, al gobierno.
Por ejemplo el vocablo
“pro”, usado como prefijo de la sigla que denomina el Programa de Crédito
Argentino, significaba hasta el 10/12/2015 (fecha fatídica), “a favor” de crear
viviendas para gente que no la tiene. Qué la partícula “cre” sea común a
crédito y al verbo crear, es en este caso una feliz coincidencia. También se la
podría hacer extensiva a la palabra creer. Porque el “pro” de ese programa, o
tal vez debiera decir el “plus”, era que ayudaba a crear y a creer. A crear
condiciones de inclusión e igualdad de oportunidades para un número más grande
de argentinos y argentinas, y en consecuencia a creer en la política como herramienta
de cambio y ascenso social.
En tanto su
homófono PRO que designa el partido que es actualmente miembro principal de la
alianza que gobierna en Argentina: (Propuesta Republicana) y que, según cuentan,
los creativos del partido, es un apócope (famoso vicio porteño) que intenta caracterizar
su propuesta política como “profesional y propositiva”.
Bue’ que son Pro
profesionales ya se ve en la composición del gobierno, superpoblada de Ceos.
Más difícil es entender que sean propositivos, principalmente porque la palabra
propositivo/a, contiene lo positivo en su interior. Pero esto no es igual a no
tener una propuesta. Claramente el PRO tiene una propuesta; un objetivo y una
estrategia para alcanzarlo. Dar la impresión de que improvisan, y que se
“equivocan” es parte de la misma. El PRO perpetra la política del Cambio,
respecto de los 12 años anteriores, busca con denuedo el descenso social de la
masa asalariada, porque con eso, con una mano de obra barata, ingresarán
capitales (que nunca serán para la producción), para favorecer los negocios de
la burguesía (IN) nacional, y vuelve al orden que estableció el diseño de país
más exitoso para las oligarquías locales.
Digresión, que
no por repetida deja de ser necesaria. Muchos identifican a este partido como
de “derecha”, lo que se ha convertido en un eufemismo trivial. Propuesta
Republicana es concretamente, un partido antinacional. Las categorías izquierda
y derecha, subsisten eventualmente con cierta pertinencia en el ámbito de la
cultura, y en ciertos aspectos de la política, pero en economía, al menos en lo
que se da en llamar “occidente” –un mote que tiene la extensión de los dominios
del imperio anglo/yanqui– sirven más para disparar encendidos debates en cafés
o en ciertos pintorescos claustros universitarios, que para llegar al fondo de
la cuestión. Una derecha no antinacional, brega (bregaría) por los intereses
autóctonos, y trata (trataría) en su lógica, de imponerse por el poder del
capital sobre los demás, incluidos por supuesto, los trabajadores. (Tal el
comportamiento de la burguesía en la llamada “década ganada”. Es rol del estado
regular y nivelar la puja de intereses para que todos los sectores puedan
alcanzar un desarrollo conjunto y lo más armónico posible. Como contracara los
trabajadores organizados, han resistido históricamente diversos embates en
nuestro país, debido precisamente, a su organización. La misma que comprendió,
adhirió y fue potenciada por la doctrina “tercerista” del peronismo).
En cambio esta
“propuesta”, que lejos de ser novedosa es “tradicional” entre nosotros,
entiende el país como un vagón de cola en el “concierto” de las naciones
occidentales, cuya única posibilidad y razón de existencia no es la autonomía
sino la dependencia de los países centrales, en “pro” de gozar de las mieles o
las sobras del progreso y no sumirse en el bárbaro atraso. Quieren acceder a
todo avance tecnológico extranjero a como dé lugar. Ya no sé si decir “aunque
implique” o “porque implica” renunciar a la soberanía y al desarrollo propio,
porque entienden sus vidas y la vida del país, en el rol que pergeñaron a
partir de la división internacional del trabajo, como “granero” del mundo, sus
dignos antepasados de la llamada generación del ’80, y eso les permite seguir
“capataceando la estancia”
Entonces el
cambio de “Cambiemos”, lo que propone básicamente el PRO es –para la gran
mayoría de los argentinos y argentinas– sólo negativo. Ergo “pro” ya no
significa a favor, ahora quiere decir “en contra de”.
Podría enumerar
esos cambios, pero la lista ya es abrumadora. Basten algunos ejemplos: la
eliminación de las retenciones para los sectores más concentrados de nuestra
economía; la suba indiscriminada de tarifas en los servicios públicos para
todos y todas; la mega-devaluación, la apertura indiscriminada de importaciones, la precarización del trabajo, la
pauperización de los salarios, los despidos en masa que “no son una ola” etc.
etc.
Por eso, y volviendo
a la opción que planteamos en el título de la nota, no debe extrañar la
modificación de los términos contractuales del programa (tanto para los
créditos otorgados como para los que se sortean actualmente), la dilación
indefinida en la entrega de las viviendas y el cinismo burlón con el que los
funcionarios implicados de ANSES, y el Banco Hipotecario (des) tratan a los
(hasta la fecha fatídica) beneficiarios
del ProCreAr, actualmente: los damnificados. La única parte que ha cumplido con
el contrato vigente.
En fin, una
especie más de las tantas jorobadas por este equipo de PROfesionales y PROpositivos.
Sin ninguna sombra de duda: el mejor de los últimos 250 años.
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